miércoles, 13 de mayo de 2009

Tlaloc tiene hambre, Tezcatlipoca también



Apocalipsis ideológico

Supón por un momento que lo malo no es tan malo como siempre lo has creído y que el miedo por la muerte proviene de lo bueno, por que lo bueno te ha acostumbrado a vivir solo en él, te ha limitado a poder viajar como la partícula subatómica que eres y explotar en el espacio, ya que la muerte no es otra cosa más que esto, la muerte es renunciar a tus paradigmas y a la moral con el afán de dejarte llevar por el amor para convertirte en el chaman que se desliza magistralmente entre las propiedades de la realidad, conociendo las diversas puertas que cruza el hálito de la mente universal y procreando nuevos valores internos, en otras palabras: l i  b   e r   t    a   d


La libertad es un concepto que hace a la muerte una revolución, si se concibe la muerte sin libertad se convierte en algo nefastamente intrascendente, algo que opacamente mata sin la posibilidad de recrear; o sea, un suicidio. Lo sumamente grato está cuando se afirma la muerte como herramienta de la libertad, para que se convierta en una creación de valores revolucionarios lo que significa un crecimiento expansivo, una metamorfosis dentro de un proceso universal, tenerle amor.

Todo es refrenable menos la virtud de crecer, si no, que lo atestigüen los débiles que van a sucumbir.

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