miércoles, 7 de julio de 2010

Réquiem por una hiena.



Ellas eran dos hermanas gemelas, las devastó un choque automovilístico, al metal industrial no le importó un carajo lastimarlas. La que murió, mi amor, me dijo que quería correr más allá de todas las interpretaciones que la vaciaban, que no quería un escenario falso en su vida. Al morir la oí de nuevo, me susurro al oído y creo que le debemos los vivos un mundo en el que ella hubiese corrido libremente como la hiena que es.

Cuando una hiena muere las demás aúllan. Ella yace ahí, rodeada de flores que enmarcan su belleza, absorben el abismo que comienza a entrar al cuerpo. Nuestras lágrimas la mojan a manera de luto.

Bailé con mi muertita y el corazón se puso alegre. Bendecida es por su manera de amar.



Tay murió el 26 de junio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario